#Chocolate



Lo detesto. Lo detesto tanto. Lo detesto tanto que de ser por mí no existiría.

Me lo llevo a la boca con desidia. Donde mi lengua lo azota, lo maltrata, lo muerde sus aliados lo mastican con una crueldad no vista desde la Alemania más fría para que la saliva - caliente - entre comisura y labios barnice sus texturas a palizas de ira. Recuerdo esa teoría lateral de “locura vs creatividad” me olvido de ella y deseo ser creativo porque esta locura atiza todos mis sentidos – quiero estar loco - arranca la rígida lencería, los sujetadores se arrastran mojados entre mis dientes para que cientos de cabellos ericen más mis pensamientos. Provocando una excitación que aprieta mis pantalones.

Lo odio. Lo odio hasta morir. Lo odio hasta morir de tal manera que sin él no vivo.

Bebo de sus restos – malditas monjas – fueron ellas quienes maldijeron. Prohibo el incesto al tiempo que le doy una bofetada desde mi trono. Doy una orden de placer. Una orden de placer que me hace tartamudear si te vas, si no estás solo bebiéndome todos los sentidos, puedo olvidarte por un momento. Un momento eterno que no pasará sin sesos ni sexo, atado a los cuatro palos de tus onzas. Perdidos cuesta abajo con toda rutina. Rutina modificada a Recursos Untados tu cuerpo, tus encías, tu lengua. Estoy solo.

Una rutina de soledad. Una rutina de soledad absoluta. Una rutina de soledad absoluta y mente.

Despiertas condenada a ser gallina solo por los huevos. Donde se hacen la paja para tenerte satisfecho. Pero eres la diferencia y eso me mata. Me ahoga. Me distorsiona sin codificador. Arranco tu envoltorio con aroma a Canel nº5. Pero qué bueno que estás.

Te odio por ser tan necesario. Te odio por ser tan necesariamente imprescindible. Te odio por ser tan necesariamente imprescindible que solo tú por ser creativo, sabes a chocolate. 

No hay proyecto sin sabor. El éxito se va dejándome solo con mis amadas. Arrancaré las baldosas si es necesario para que no vuelvas. Para que te vayas con tu creatividad a otra parte. Yo seré el postre. No albergaré falsas recetas. Levantaré muros de arrepentimiento custodiados por diablos apenados y arrepentidos, mostrando sus fauces para un falso miedo.

Seré negro y amargo. Seré negro y amargo porque no hay nadie mejor. Seré negro y amargo porque no hay nadie mejor desde el norte hasta el asilo donde mis males duermen una de cada diez décadas.

Porque sin mí no puedes ni tú ni nadie podrá… Porque en realidad te envidio maldito y condenado chocolate.

Porque no hay millones para comprarte chocolate.

Porque la maldita creatividad la que te da sabor cada día chocolate.

Porque soy un necio chocolate.

Porque no soy nadie chocolate.

Porque quiero ser como tú, chocolate. 


Capítulo I de “Amante de Promesas Leprosas” próximamente en el bar donde Jesús sanaba a leprosos de diez en diez

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